Relaciones de pareja duraderas
Las investigaciones que los científicos sociales vienen desarrollando durante las últimas décadas abarcan un amplio abanico de factores, considerando entre otros aspectos la relación existente entre la seguridad en el apego y la calidad de las relaciones de pareja, los elementos asociados al conflicto, los tipos de interacción o las capacidades para las relaciones. Las investigaciones realizadas no llegan a establecer conclusiones precisas y seguras sobre las casusas que producen resultados exitosos: más bien puede afirmarse que no existe una receta universal para hacer que el amor perdure.
La realidad que refleja el Instituto Nacional de Estadística es que en el año 2018 se produjeron en España 99.444 casos de nulidad, separación y divorcio, frente a un número de 167.613 matrimonios. Aunque estos datos parecerían indicar que hombres y mujeres viven en una precariedad de vínculos estables, algunas parejas parecen tener un salvavidas afectivo que les mantiene al margen de los descalabros emocionales que reflejan no sólo las estadísticas, sino también la realidad cotidiana de otras relaciones que sin haber puesto final a la convivencia común, están instaladas en el desencanto y las ilusiones perdidas, consumidas por las quejas, la tristeza, la apatía, languideciendo juntos.
Hacer que una relación se mantenga a salvo del desierto emocional y sexual cuando se extingue el frenesí del amor carnal y la relación se convierte en una rutina predecible es un desafío. Los pilares en que se fundamenta la satisfacción en la vida en pareja que hacen predecible una relación duradera se pueden agrupar en tres apartados:
· Afectividad: Obviamente, el afecto es la base de la relación de pareja. El deterioro en la pareja comienza con una disminución progresiva de comunicación emocional y afectiva. El indicio que nos señala que existe una distancia afectiva es la reducción o supresión de la intimidad. Las muestras de afecto y la práctica del sexo son elementos precisos para mantener la intimidad en la pareja, pero comprende asimismo conductas como el apego, la comunicación, la privacidad, salir solos…, todo aquello que facilita una relación más estrecha y cercana, donde es posible expresare sin límite y obtener un refuerzo por lo que en otros ámbitos sería inadecuado o impropio.
· Reciprocidad. La correspondencia mutua es una de las bases para un funcionamiento armonioso de la pareja. En la relación deben estar presentes actitudes de intercambio, solidaridad, atención, escucha, cuidado, respeto, compartir obligaciones y responsabilidades. Significa asumir la igualdad como como valor fundamental. La reciprocidad es un aspecto central del desarrollo emocional de la pareja; cuando existe una situación de desequilibrio, con el tiempo se va generando un desgaste emocional profundo.
· Compromiso. Es la decisión de preservar la relación pese a las dificultades que surjan, luchando de forma eficaz para responder constructivamente a los problemas Generar y mantener un compromiso es uno de factores de naturaleza relacional más importantes para el asegurar la estabilidad de la relación. El compromiso proporciona a la pareja un fuerte sentimiento de seguridad y fortaleza: compromiso con el bien común e interés por el otro. Comporta aceptar y respetar las reglas explícitas y también implícitas de la relación.
Uno de los errores más frecuentes cuando se inicia una relación es considerar que el amor nos va a transportar a un estado de felicidad y de satisfacción plenas sin exigirnos esfuerzo, pero la realidad es que mantener una relación de pareja sana y constructiva es algo que debe trabajarse día a día, de forma activa y consciente. La suerte tiene un papel importante a la hora de encontrar una persona compatible, pero las relaciones duraderas conllevan esfuerzos, dedicación y paciencia.