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Las rabietas infantiles

19 de diciembre de 2016
Las rabietas infantiles

Los niños por lo general muestran una secuencia predecible de comportamientos. Durante la primera infancia (de 0 a 2/3 años), surgen las primeras emociones aprendidas, entre las que destacan las rabietas como forma de llamar la atención de los demás o de satisfacer sus deseos.

Las rabietas forman parte de un desarrollo normal del niño e inicialmente responden al repertorio de conductas que le han sido efectivas para alcanzar sus objetivos en el pasado y de las que quizás se dio cuenta por casualidad.

Las pataletas, rabietas y otras conductas negativas similares se hacen especialmente frecuentes en el niño entre 2 y 3 años, aunque no siempre empiezan exactamente a los veinticuatro meses de vida ni concluyen a los treinta y seis meses. De hecho, es habitual que vayan remitiendo a medida que el niño se hace mayor, aunque vuelven a aparecer en un momento posterior, agudizándose nuevamente entre los 6 y los 12 años.

Las rabietas  son consecuencia del proceso de individualización que desarrolla el niño. En su intento de establecer su singularidad, aparece la reafirmación personal a base de rabietas; se rebela y protesta como como forma de oposición a los adultos y como signo de aumento de su independencia, haciéndose más crítico y obstinado.

No obstante, se debe tener muy presente que las rabietas siempre responden a algún motivo concreto; no se desencadenan infundadamente o de forma aleatoria,  sino que existe alguna razón en el niño que la desencadena. En algún caso, las rabietas pueden expresar el miedo o la ansiedad, de la misma forma que esas emociones se manifiestan a través del llanto, quedarse paralizado o aterrarse. A veces simplemente obedecen a un estado de cansancio o de sobreestimulación  y lo que nos manifiestan es que el niño no puede controlar en ese momento sus emociones. Sin embargo, más comúnmente, lo que vienen a decirnos es que quizás el niño descubrió una conducta que le proporcionaban los resultados esperados para alcanzar sus deseos  y lo que la rabieta refleja no es otra cosa que el enfado y la frustración que el niño siente por no poder hacer algo que quería hacer.

En Ana Hurtado de Mendoza, psicólogos, somos expertos en psicología infantil y juvenil.

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