La necesidad de complacer a los demás
Para definirse, todo ser humano debe situarse en relación con los demás. No es posible vivir es un estado de indiferencia hacia la opinión de los otros, singularmente de aquellos con los que tenemos un vínculo emocional.
Una buena parte de la conducta de cada persona depende de sus relaciones con los demás. Todos, en alguna medida, sentimos la necesidad de aprobación social. La opinión favorable de los demás y los elogios nos resultan halagadores, constituyen un motivo de satisfacción o envanecimiento, nos hacen sentir más seguros. Asimismo, existe una necesidad generalmente compartida de quedar bien con los demás, de hacer lo que se supone que se espera que hagamos: transmitir una imagen convincente de uno mismo para ser aceptados, comprendidos, respetados en ámbitos como el laboral, el familiar o la pareja.
Desde la irrupción de las redes sociales y la mensajería móvil, la búsqueda de aprobación por parte de los demás –la gente que nos rodea e incluso de los desconocidos– está presente de forma desmedida en un número cada vez mayor de personas, habiéndose convertido en no pocos casos en una competición.
Algunas personas actúan como si tuvieran inscrito un código del deber de la entrega o del servicio a los demás y se hacen cargo de las responsabilidades y necesidades ajenas en detrimento de su propio bienestar. Cuando el deseo de obtener reconocimiento se instala como un automatismo y se transforma en una búsqueda crónica de la aprobación, cuando complacer a los otros nos obliga a expresar las opiniones o conducirse según lo que se espera de nosotros, cuando nos sentimos desprovistos de la libertad de decir ‘no’ en las situaciones que desearíamos hacerlo, nos instalamos en una tendencia destructiva que conduce a la insatisfacción personal y el malestar psicológico.
Estar a la altura de las expectativas que suponemos que los demás tienen sobre nosotros puede llevarnos a sentir una presión irracional y a una autoesclavitud. La inseguridad y el miedo a no agradar o a que nos desaprueben condicionarán todas nuestras acciones; manifestar nuestra opinión, defender nuestros puntos de vista o deseos personales nos puede generar malestar.
La necesidad de aprobación y de intentar agradar a todos expresa una inseguridad emocional. Sobre las causas de este comportamiento se han propuesto diversas teorías. Para unos autores, la base de esta conducta se encuentra en creencias erróneas relacionadas con el deseo de agradar a todo el mundo, evitando recibir o hacer críticas para así garantizar el afecto y la completa aceptación (Albert Ellis). Otros autores proponen que la necesidad de aprobación se debe a una inseguridad que tiene su origen en un abuso sufrido en el pasado, ya sea físico, verbal o emocional (Joyce Meyer). También se hace referencia a los modelos parentales y la educación recibida, factores culturales, religiosos…
Las consecuencias psicológicas más frecuentes cuando se busca complacer a los demás de manera constante son la aparición de trastornos depresivos y de malestar provocados por ansiedad, miedo, rabia, enfado, baja autoestima y autoconfianza, tristeza o frustración. También se puede llegar a establecer lazos de dependencia.
Qué hacer:
· Reconocer que es imposible lograr la aprobación ajena de forma unánime, del mismo modo que existen personas que no nos agradan y desaprobamos las opiniones o conductas de otros. Debemos buscar el equilibrio entre nuestra necesidad de afecto y el legítimo derecho a ser quienes somos.
· Aceptar nuestras propias necesidades, sin anteponer las demandas ajenas a nuestro bienestar. No se trata de adoptar actitudes egoístas o indiferentes ante las necesidades ajenas, sino de preocuparse por los otros desde la empatía y la solidaridad, no desde el miedo. La generosidad consiste en hacer un esfuerzo de ayuda de forma voluntaria, no como una imposición. No es preciso disculparse ni se debe uno culpabilizar por no solucionar los problemas ajenos.
· Relacionarnos con los demás de forma saludable, no actuando en función de lo que creo que los otros esperan de mí. Las opiniones de las personas significativas de mi entorno son importantes, pero no deben ser el factor determinante de nuestras acciones. Es importante diferenciar el rechazo a una idea o un comportamiento de una censura a la persona.
· Es importante no renunciar a la libertad de decir ‘no’ cuando sea necesario.
· Algunas fórmulas prácticas de actuar cuando se nos demanda algo con lo que podemos tener alguna reserva es dejar un espacio entre la petición y la respuesta, cambiar el “sí” por “déjame que lo piense”.
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