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La infidelidad

12 de octubre de 2015
Infidelidad

Aunque tradicionalmente se ha considerado la infidelidad como el encuentro sexual-genital con terceras personas fuera de la pareja, el concepto de infidelidad no es universal y cada pareja puede entenderlo de forma diferente. Así, por ejemplo, el uso de pornografía, el cibersexo o el contacto amistoso que se mantiene oculto con otra persona –o más frecuentemente, con una antigua pareja– pueden ser considerados normales por uno de los miembros de la pareja y una traición para el otro.

Una definición comúnmente aceptada de infidelidad en términos de relación de pareja considera que es la ruptura por uno de los miembros del compromiso de mantener la exclusividad en las relaciones con el otro. Este concepto comprende más aspectos que el sexual-genital. En este sentido, los autores Hall y Fincham (2006) definen la infidelidad como la ruptura del compromiso exclusivo de la pareja por el establecimiento de una relación sexual, romántica o emocional.

Sin embargo, hay parejas estables que funcionan por mutuo acuerdo sin exclusividad sexual, y ello es válido para esa pareja. Y es que los acuerdos mutuos y los códigos que cada una de las parejas instituyen en su relación determinan la frontera entre  lo que es fidelidad o traición dentro de esa pareja. Es por ello que en consulta es importante evaluar lo que significa infidelidad para cada miembro de la pareja en función de los acuerdos y códigos establecidos entre los dos.

Para el psiquiatra y psicoterapeuta José Díaz Morfa, “la aventura extramarital es un síntoma de la relación, y su descubrimiento o revelación usualmente constituye una crisis con posibilidades, bien de peligro, o bien de oportunidad”. Si bien las infidelidades siempre son fuertes y dolorosas, una infidelidad puede suponer la ruptura de una pareja o, por el contrario, ser una prueba que, finalmente, fortalece la relación. Cada persona afronta la infidelidad de una manera completamente personal. En este sentido, el Dr. Díaz Morfa afirma: “Lo más importante es el significado de la aventura dentro de una pareja en particular”.

Los principales factores asociados a la infidelidad son el descontento con la pareja, la falta de satisfacción sexual y la disposición personal. Aunque no todas las infidelidades son semejantes, la evaluación de una infidelidad presupone la comprensión de varias dimensiones, entre las cuales las más significativas son:

  • La frecuencia y duración de la infidelidad.
  • El grado de involucración y apego emocional
  • El grado de secreto, mentiras y decepción alrededor de la infidelidad.

Otras dimensiones adicionales que se vemos habitualmente en la consulta hacen referencia a aspectos como el grado de difusión o secretismo de la infidelidad entre nuestro círculo social, la proximidad de la tercera persona con los miembros de la pareja, y en algunos casos también la orientación sexual de la persona con la que se ha tenido la infidelidad.

En una infidelidad pueden estar implicados componentes sexuales, emociones o ambos. La repercusión en la pareja es mayor cuando están presentes tanto la implicación sexual como la emocional.

En la fase de tratamiento que se realiza con parejas después de una crisis de infidelidad hay múltiples cuestiones y sentimientos que abordar y contener. Entre los primeros, sobresalen –entre otros temas– la crisis de desarrollo de la pareja, la posible presencia de dificultades sexuales, la pérdida del ideal de pareja o la frustración. Sin embargo, son los sentimientos el aspecto más relevante durante una fase inicial. Estamos tratando la rabia, la culpa, la traición, la humillación, el sentimiento de ser víctima de alguien muy querido…, al tiempo que intentamos identificar el tipo de aventura, calmar la situación, prevenir la conducta impulsiva, reducir la obsesión, y redefinir la aventura como un problema conjunto.

Durante el tratamiento, no se le pide al miembro de la pareja que ha sufrido la infidelidad que abandone los sentimientos de pena y rabia, solamente que no se quede anclado en la obsesión con la aventura. El presidente de la Asociación Española de Sexología Clínica lo enuncia gráficamente: “El ciclo funciona así: “¿Cómo me pudiste hacer una cosa así?. Y luego me mentiste. Esto duele tanto. ¿Cómo pudiste?. ¿Qué es lo que tiene él/ella que es mucho mejor que yo?. No puedo soportarlo”. El cónyuge probablemente ha repetido esto miles de veces. Necesita repetirlo una vez más, de modo que sepa que Vd. lo sabe, pero dos mil veces no va a cambiar nada, ni tampoco una repetición continua”. Por esto es importante durante el tratamiento limitar la discusión de la aventura y la realización obsesiva de preguntas indagando en lo que ha pasado como forma de prevenir un fenómeno denominado tener una aventura con la aventura, que muy comúnmente se presenta en la persona que ha sido traicionada.

Quien ha sido herido por la infidelidad debe afrontar la decisión de seguir o no con la pareja. Cuando se toma la opción de no romper la relación de pareja, es importante manifestar una disposición favorable al cambio para superar el resentimiento, porque en otro caso la infidelidad se convierte en un dolor crónico y la relación acaba deteriorándose en más o menos tiempo.

Este proceso debe ir acompañado de un intervención sobre las conductas más frecuentes que experimenta la persona traicionada como reacción al descubrimiento de la infidelidad: comunicación agresiva, rumiaciones acerca de lo ocurrido, hipervigilancia para obtener la seguridad de que la relación infiel se ha acabado y reacciones emocionales descompensadas.

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