Habilidades para fortalecer la relación de pareja
La satisfacción en las relaciones de pareja es un asunto del que se han ocupado durante las últimas décadas un importante contingente de estudios científicos y académicos, además de haberse convertido en un tema recurrente de la legión de libros de autoayuda, coachs más o menos expertos, orientadores y consultores.
El enamoramiento es un estado que nos causa alegría y un intenso sentimiento de atracción por la otra persona, acompañado de una reacción de activación fisiológica (nerviosismo, aceleración cardíaca…) y sexual. Se caracteriza –entre otros atributos– por el intenso deseo de intimidad y de unión física que genera, focalizando todo la atención en el otro, con pensamientos frecuentes sobre esa persona y una sensibilidad atenta a sus apetencias y necesidades, acompañado por el deseo de reciprocidad y una idealización de la otra persona, que es percibida solo por las características positivas que le otorgamos, atenuando o justificando las características negativas.
El enamoramiento está presente en el inicio de las relaciones de pareja, pero la evolución temporal del enamoramiento discurre por un patrón de reacción afectiva que provoca una aminoración en la reacción afectiva; entonces el amor pierde gradualmente su magia y deja de sentirse la pasión de la fase de luna de miel.
Sin embargo, algunas personas idealizan esa etapa en la que todo parece de cuento de hadas y anhelan perpetuar aquel estado evanescente en el que se sentían flotar y con mariposas en el estómago.
El mito del amor romántico –tan extendido en la modernidad y que potencia ideas erróneas y estereotipos sobre las relaciones de pareja– es responsable en no pocas ocasiones de una enorme frustración cuando las desmedidas expectativas son desmontadas por la propia realidad.
Los investigadores británicos Meg-John Barker y Jacqui Gabb recogieron en una obra que lleva por título The Secrets of Enduring Love: How to make relationships last las conclusiones de un estudio basado en las entrevistas que realizaron a 4.494 personas de entre 18 y 65 años para saber qué funciona y qué destruye una relación de pareja. Uno de los mensajes clave de esa investigación es que las cosas que funcionan para mantener y nutrir una relación de pareja son diferentes para cada persona y además son cambiantes según el momento de la relación. Más que proporcionar recetas mágicas o fórmulas infalibles, lo importante –viene a decir el estudio– son las prácticas que podríamos incorporar en nuestras propias relaciones en el día a día para aportar satisfacción a quien comparte la vida con nosotros.
Sobre la base de los datos que revela esta investigación –que se corresponden con lo constatado en otros muchos estudios– y nuestra experiencia en consulta, podemos establecer que los puntos clave que influyen en la duración de una pareja saludable son:
· Es necesario cambiar la idealización por una visión realista de las relaciones de pareja. Ninguna realidad soporta la comparación con una mitificación, por lo que imaginarnos un futuro perfecto nos condena a la frustración y a la infelicidad. Tener una relación de pareja estable y saludable requiere estabilidad emocional, generosidad, respeto, empatía y dedicación más que proezas románticas de película.
· Los síntomas más inequívocos de que una relación no funciona son la falta de comunicación y la indiferencia hacia el otro. Si la comunicación es uno de los parámetros más importantes para percibir como satisfactoria o insatisfactoria la relación de pareja, la indiferencia revela desconexión, frialdad, falta de compromiso. Cuando en la pareja existe buena comunicación y no hay indiferencia significa que el foco de atención afectiva se mantiene fuerte, lo que se traduce en un comportamiento cálido y cariñoso, de respeto y aprecio mutuos.
· Los factores de estabilidad más relevantes que mantienen un clima de armonía en la pareja y evitan situaciones de conflicto son tener resuelta de forma satisfactoria la toma de decisiones y la conjunción de los objetivos, necesidades e intereses. Todas las personas vamos evolucionando a lo largo de nuestra vida y la persona de quien nos enamoramos es diferente a la vuelta de unos años. Para evitar que esos cambios nos lleven a destinos diferentes, hay que volver a revisar en determinados momentos esos aspectos fundamentales antes de que aparezcan la disociación en los objetivos e intereses divergentes.
· La rutina y la monotonía de lo cotidiano son factores de desgaste de la relación en las parejas que llevan conviviendo un cierto tiempo. El aburrimiento es consecuencia de la falta de motivación; combatir el aburrimiento mejora la calidad de la convivencia y favorece el estímulo sexual.
· Ninguna relación está exenta de momentos de conflicto. Discutir no es necesariamente malo, lo destructivo es pelear o entrar en un círculo de reproches y acusaciones, o dejar que los conflictos lleguen a enquistarse, salpicando la relación de tensiones. Reconducir un conflicto y resolver los problemas requiere un modo de comunicación asertiva, negociando una salida que tenga en cuenta el bien común de la pareja.