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Cómo escapar de la rutina sexual

27 de enero de 2022
Cómo escapar de la rutina sexual

Si en el inicio de la relación el deseo aflora a cada instante y la conexión sexual surge de forma espontánea, en las parejas consolidadas las relaciones íntimas se van espaciando y frecuentemente derivan con el transcurrir de tiempo en una rutina predecible que se ejercita de forma mecánica. El aburrimiento y la monotonía sexual van desvaneciendo paulatinamente los encuentros hasta que la vida sexual de algunas parejas deviene en un trámite esporádico.

Esta pérdida de deseo sexual y la consiguiente falta de motivación para mantener relaciones íntimas son relativamente frecuentes en muchas parejas, aún en aquellas que continúan amándose. Sin embargo, en ocasiones se convierten en fuente de malestar, insatisfacción, frustración o conflicto, agravado muchas veces con sentimientos de culpa y vergüenza.

Conviene no obstante aclarar que el ritmo sexual de cada pareja y de cada persona es diferente, por lo que debe desecharse cualquier pretensión de establecer un número ideal de relaciones que una pareja deba tener para considerarse normal o para ser sexualmente felices.

La falta de deseo sexual se convierte en problema cuando tiene un impacto negativo en la relación de pareja y suele manifestarse cuando el deseo expresado por uno de los miembros de la pareja es cuantitativamente muy diferente del expresado por el otro (Andrés López de la Llave Rodríguez, director del Master de Sexología, UNED). Estadísticamente es más frecuente entre  mujeres que entre varones.

Para la profesora María Carmen Pérez-LLantada, Profesora titular del Departamento de Metodología de la Ciencias del Comportamiento de la UNED, “algunos de los determinantes más frecuentemente señalados en la falta de deseo sexual son la monotonía, el exceso de obligaciones y una educación sexual inadecuada”.

Cómo afrontar el problema

Para recuperar la motivación para mantener relaciones íntimas y preservar nuestra vida sexual de una extinción prematura debemos tener en cuenta:

· No es un objetivo juicioso pretender recuperar la energía sexual intensa,  impulsiva y fogosa del inicio de nuestra relación.

· Una vivencia estrictamente genital de la sexualidad es empobrecedora y minimiza la capacidad de sentir placer. La vida sexual debe enfocarse al conjunto corporal. El coito no tiene por qué ser el objetivo final.

· El orgasmo no lo es todo. La búsqueda afanosa del orgasmo como culminación de la relación sexual genera presión y un estado de tensión que fácilmente puede causar frustración y desánimo cuando no se alcanza o se retrasa. Es factible una satisfacción sexual plena sin alcanzar el éxtasis.

· Debemos esforzarnos por trabajar la calidad de las relaciones sexuales y evitar que el sexo se asemeje a un menú precocinado. En la sexualidad es muy importante ser creativos, hacer lo que nos gusta, experimentar e improvisar, romper la rutina y la monotonía con prácticas nuevas y pautas no sujetas a un guion preestablecido.

· Es necesario desarrollar una sana comunicación sexual con la pareja, conocer qué le gusta y cómo a cada uno, pedir lo que queremos, pero respetando siempre al otro cuando dice no a algún tipo de propuesta sexual que no desea realizar.

· El sexo no debe ser una obligación. Forzarse a tener sexo para complacer a la pareja nos impide conectar con el deseo. No obstante, la pareja debe procurarse tiempo para la intimidad y oportunidades para mantener relaciones. A este respecto, María Carmen Pérez-Llanta) considera que una vez pasado el ardor habitual que acompaña al inicio de una relación de pareja, más que esperar a que el deseo nos sorprenda, debemos ser nosotros quienes hagamos por buscarlo.

· El clima emocional de la pareja en el día a día es determinante en la calidad de la relación y está directamente relacionado con su vida sexual. Algunos hábitos, actitudes y conductas de la vida en pareja se convierten en un poderoso antídoto del deseo.

· Una condición que propicia una atmósfera adecuada para que el deseo sexual se exprese es fortalecer el afecto fuera del encuentro sexual, volver a los rituales que se hacían al principio de la relación, mantener un cierto grado de sensualidad fuera de la cama: conductas de complicidad sensual como miradas, besos, caricias y roces corporales, abrazos…, en definitiva, volver a jugar con la ternura y desarrollar comportamientos que supongan una mejora del estado afectivo.

· Mejorar la conexión con nuestra pareja tendrá como resultado una mayor frecuencia de relaciones íntimas en tanto que practicar sexo sin erotismo ni sensualidad es un camino que conduce a una progresiva atonía sexual.

Tener una vida sexual activa favorece la felicidad y el bienestar en la pareja, aunque la felicidad sexual no depende exclusivamente de la frecuencia de relaciones, por lo que es importante que cada persona encuentre sus propios objetivos sexuales y de pareja.

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¿Necesitas asesoramiento en tu vida sexual de pareja? Podemos ayudarte en nuestro gabinete de psicología en León.
Ana Hurtado de Mendoza. Psicóloga.

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